La historia de Kevin: de alumno a mentor

Kevin es una de esas personas que conoces y no puedes imaginar por lo que han pasado. Tiene una sonrisa cálida, una actitud increíble y muestra una pasión por la tutoría que va más allá de su edad. La historia de Kevin comienza con la ausencia de su padre, que le hizo cuestionarse su valía y buscar respuestas cuando sólo tenía 10 años. Para ayudarles a empezar de nuevo, el padre de su madre trajo a su familia a la ciudad. Sin embargo, el repentino cambio dejó a Kevin luchando contra la culpa, creyendo que había hecho algo para alejar a su padre.

Cuando se trasladó de nuevo de Mixco a Villa Nueva, justo un año después de llegar a Ciudad de Guatemala, oyó a dos hombres que invitaban a los niños a unirse a su equipo de fútbol. Con sólo un par de zapatos, Kevin aceptó sin miedo la oportunidad. A los 11 años, se unió al programa Campeones y descubrió una pasión por el deporte que encendió su espíritu. Sin embargo, sus limitados recursos y la falta de equipamiento adecuado amenazaban con obstaculizar su progreso.

En su adolescencia, Kevin se enfrentó a nuevos retos. El trauma del abandono y posterior fallecimiento de su padre hizo mella en su bienestar emocional. Se vio atrapado en un torbellino de vicios y comportamientos autodestructivos. Dejó de ir a la escuela, empezó a fumar, a beber y a desobedecer a su madre. En pocos meses, Kevin parecía haber renunciado a la esperanza que le había brindado el fútbol. Todo el mundo pensaba que ya no le importaba ser un buen chico. Fue durante esta fase oscura cuando intervinieron sus mentores, que se negaron a que se enfrentara solo a sus problemas. Le guiaron hacia la terapia y le proporcionaron las herramientas necesarias para superar sus dificultades.

Con una determinación renovada y el apoyo inquebrantable de sus dos mentores, Kevin volvió a la escuela a los 13 años, deseoso de rehacer su vida. Se entregó a la terapia y pasó dos años y medio trabajando en su recuperación emocional. Se comprometió con su equipo Campeones en Acción y le encantaba pasar tiempo con sus amigos en la liga de fútbol. Su capacidad de recuperación y su nueva perspectiva le llevaron a convertirse en un modelo para sus compañeros dentro y fuera del campo. Al final de ese año transformador, Kevin fue reconocido en su colegio como el mejor alumno de la clase.

Sin embargo, el acontecimiento más impactante estaba a punto de suceder en su vida. A pesar de que a los 15 años se le consideraba demasiado mayor para ir al campamento, el destino intervino y se le dio la oportunidad de asistir. En 30 minutos, se preparó para embarcarse en una experiencia que cambiaría su vida. Al llegar a El Faro, Izabal, Kevin sintió un profundo sentido de propósito y pertenencia.

Dice que lo primero que pensó al bajar del autobús fue: “Definitivamente, mi vida tiene sentido”.

“Nunca olvidaré cómo me hicieron sentir los voluntarios del campamento. Con ellos, me sentía segura”.

Describe su experiencia en el campamento como algo que realmente le cambió la vida. Nunca había conocido a extraños que estuvieran ansiosos por escuchar su historia y quererle. Cuando se hizo daño en el pie, recuerda cómo le cuidaron los voluntarios. Cuando estaba triste, le abrazaban. Cuando quería celebrarlo, estaban dispuestos a hacerlo con él. “Sabía que se preocupaban por mí”, dice. “Lo cual es una locura porque acabábamos de conocernos”.

El impacto del viaje de Kevin no terminó ahí. Fortalecido por sus propias experiencias y el apoyo que recibió, sintió la llamada a marcar la diferencia en la vida de los demás. Combinando su pasión por el fútbol y su recién descubierta fe, Kevin adoptó recientemente el papel de mentor, compartiendo el evangelio con otros chicos más jóvenes que él. Su viaje le inspiró a convertirse en un faro de esperanza para los que se enfrentan a luchas similares, al igual que sus mentores lo habían sido para él.

A lo largo de su viaje, Kevin se ha enfrentado a un reto adicional: luchar contra el cáncer desde 2019. A pesar de las dificultades, se mantuvo firme en su fe. Tiene una dieta especial y chequeos mensuales, pero Dios ha disminuido milagrosamente sus síntomas sin necesidad de soportar la quimioterapia. Ahora, Kevin tiene 21 años y, gracias al apoyo del programa Campeones, ha podido ser el mentor que siempre quiso ser. A su corta edad, ya está marcando la diferencia en su comunidad devolviendo y creyendo en cosas mejores.

La historia de Kevin Josue es un testimonio del increíble poder del Evangelio y de los mentores. Desde superar la ausencia de su padre hasta vencer sus dificultades personales y abrazar la fe, el viaje de Kevin nos sirve a todos de inspiración. Mientras Kevin sigue luchando contra el cáncer, su compromiso de marcar la diferencia se mantiene inquebrantable. A través de su historia, se nos recuerda que ninguna historia está condenada a terminar en la ruptura cuando se encuentra con la resistencia, la fe y el apoyo inquebrantable de los que creen en nosotros. Jesús nos ha dado una esperanza nueva y real, y le vemos obrar cada día en las vidas de niños increíbles como Kevin.